lunes, 25 de mayo de 2015

El plan de Dios

Desde el mismo momento en que el hombre pecó, en el Edén, Dios le facilitó un plan para restaurarlo a su condición inicial: El Plan de Redención. Por medio del mismo, Dios proveería a la raza humana, una forma de obtener perdón, y una nueva oportunidad para retomar el plan original de Dios al crearlo, vivir eternamente con, en un mundo sin dolor, sin sufrimiento y sin muerte. Pero juntamente con esta provisión, Dios le facilitó un plan de restauración, por medio del cual, el hombre pudría vivir más sanamente, un poco más protegido de las consecuencias que el pecado sobre su cuerpo. Una forma de combatir los efectos de su nueva naturaleza caída e imperfecta. Este nuevo plan sería, el de “Reforma Pro-Salud”.
Aunque para muchos, el Plan de Reforma Pro-Salud vino a ser manifiesto a la raza humana a través de visiones de la Sierva de Dios, la realidad es que la Biblia está llena de ejemplos que demuestran como Dios siempre quiso que su pueblo escogido viviera vidas más saludables que el resto de las naciones. Un ejemplo lo constituyen las leyes sanitarias dictadas por Dios después de constituir a Israel como nación (Levítico 11-15; 23: 13,14). Hoy día, El Señor tiene iguales planes con su Pueblo Escogido, por lo cual tenemos la responsabilidad de reformar nuestra forma de vida por otra más saludable.
Veamos lo que nos dice la hermana White en su libro Reflejemos a Jesús, página 157:
“El uso indebido de nuestras facultades físicas acorta el lapso en el cual nuestras vidas pueden ser usadas para la gloria de Dios. Y ello nos incapacite para realizar la obra que Dios nos ha dado para hacer. (...) Desagrada a Dios ver que cualquiera de las facultades o los órganos que él ha concedido al hombre sean descuidados, maltratados o privados de a salud y eficiencia que les es posible tener. Entonces cultiven el don de la fe. Sean valientes, y venzan toda práctica que estropea el templo de Alma”. Durante el estudio de todo este material, facilitaremos un gran grupo de consejos que con la ayuda de Dios podrán poner en práctica, y por ese medio, podrán incluirse en este Plan de Reforma del cual hemos estado hablando. Recuerde que cumplir con esta reforma no solo es un regalo de Dios, sino un deber que cumplir como hijos suyos que somos.